Si estás con los ánimos bajos, no te preocupes que yo creo en ti.

No importan los problemas, ni las noches sin dormir, ni los fines de semana que hayas sacrificado, ni lo mala persona que sea quien se interpone en tu camino.

No importa, porque tu eres más fuerte.

No hay nada más bonito que el brillo en tus ojos cuando cuentas lo que haces, el tiempo que inviertes en ello y las ganas que tienes de conseguirlo. Esa emoción, esa pasión plausible que le pones a las cosas, ese mérito indiscutible que tienes y que nadie puede quitarte.

No te rindas, prométemelo, porque sé que la lucha cansa, que los días pasan y que al final te agotas, pero es tan bonito ver tu meta cumplida que por favor te lo pido, no te rindas.

Porque todos somos débiles, pero tu sabes sacar la fuerza de donde nadie puede, porque tus ganas son más grandes que las de quien quiere fastidiarte, porque eres esa persona que cueste lo que cueste, lo que se propone, lo consigue.

Así que, levanta la cabeza, mira hacía delante y sueña más fuerte, que ya queda poco para alcanzar la meta, porque ya queda poco para empezar una nueva.

Y no hace falta que lo digas, sé que te levantas cada mañana en modo off, y que no es el café quien te enciende, sé que es tu fuerza de voluntad y tus ansias por cumplir tu objetivo el que te motiva a salir de la cama al mundo exterior. Pero lo mejor es que en el fondo, sé que tu también lo sabes.

No importan los problemas, ni las noches sin dormir, ni los fines de semana que hayas sacrificado, ni los enfados, ni las riñas, ni las malas caras.

No importan, porque el sabor del éxito es más fuerte.

Porque si te caes, aprenderás a levantarte, porque la vida está hecha de adversidades y lo bonito de enfrentarse a ellas es el aprendizaje.

Así que sonríe, aprieta los puños con fuerza y no pienses en rendirte, porque la montaña es dura, pero las vistas desde arriba, merecen la pena.

Recuerda:

Yo creo en ti.

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